miércoles, 4 de mayo de 2011

La abeja africana asesina avanza inexorable. Le ayuda un insecticida tóxico a base de nicotina

En este reportaje el perfil de la nueva abeja trabajadora e infatigable pero agresiva e inadaptada. En pocos años sustituirá a las abejas autóctonas y será la dueña de todos los panales
Lo más nuevo de la abeja africana también llamada localmente sobre todo “vespa” que aparece abundantemente en la península es su verdadero origen. O más bien la facilidad que ha encontrado esa abeja invasora para establecerse en Europa y en Estados Unidos. Son los ecologistas holandeses los que han dado la voz de alarma no muy bien aceptada por los que fabrican insecticidas. Un sabio llamado Rolf Schuttenhelm acusa a un insecticida específico de la invasión.
Se trata del imidacloprid neurotoxina a base de nicotina, que es utilizado en demasía en la agricultura de toda Europa. El principal culpable del desorden producido por el colapso de las colonias entre las abejas de miel europeas. Aunque según el Dr. Tjeerd Blacquiere, un especialista en abejas holandés de Sanidad Vegetal de la Universidad de Wageningen Internacional de Investigaciones, aun no se ha aislado pero es indudable que un fenómeno tan radical como esta invasión tenía que estar causado por algo extraordinario como un insecticida tóxico u otro cambio no identificado.
Según las conclusiones preliminares solo sobre las abejas de la influencia de imidacloprid neurotoxina, éstas se enfrentan a múltiples amenazas que pueden tener un efecto acumulativo, lo que lleva a su rápido declive en el número de las europeas y su sustitución por las nuevas especies que vienen de África.
Blacquiere maneja también el cambio climático, la invasión de plantas exóticas y nuevos, hongos, parásitos y bacterias, aunque como hemos dicho no lo atribuye todavía al insecticida. También las abejas se han debilitado por el uso abundante de diversos plaguicidas, por ejemplo en la industria de la floración, y los holandeses -en especial los partidos verdes- exigen una prohibición total del uso de imidacloprid.
Blacquiere sospecha también que el efecto de un ácaro específica, Varroa destructor, es aún más devastador en las colonias de abejas europeas.
Una declaración de la Universidad de Wageningen, dice que las neonicotinas como imidacloprid “todavía puede desempeñar un papel importante en el complejo de factores ambientales”. Los apicultores holandeses se ven especialmente afectados por la mortandad de las colonias de abejas en invierno que alcanza un 30%. Y si hemos empezado este trabajo de la invasión de la abeja africana que ya antes Diáspora trató, es porque nos ha impresionado el que un nuevo “DDT” influya tanto en un animal del que Einstein dijo “Si desapareciera la abeja de la superficie de la Tierra arrastraría al hombre en sólo unos meses”.
Empezando la invasión de la abeja africana por el principio
En el Nuevo Mundo no había abejas productoras de miel antes del descubrimiento de América. Las primeras fueron llevadas por los españoles de colmenas de Castilla y Extremadura y se extendieron por todo el Continente americano. Las abejas llevadas por los descubridores eran todas especies europeas.
Había abejas productoras de miel en Asia y África, pero eran de especies distintas. La Apis dorsata Fabricius y la abeja gigante o bambara de la India- que abundaba en África- desde el sur del Sahara hasta El Cabo y desde Marruecos hasta Egipto, tenían fama de ser una gran productora de miel y cera. Un panal formado por ellas se decía contenía de 15 a 50 kg de miel según la estación del año. También se les consideraba soportablemente agresivas si eran atacadas.
En África y en España las abejas eran conocidas y usada su miel hace más de 10.000 años, como lo demuestran pinturas halladas en las rocas y en las cuevas. La pintura más famosa realizada en una roca que representa panales de abejas y obtención manual de miel, se encuentra en España, en la roca de Bicorp de Valencia y tiene una antigüedad de 7.000 años.

Los grupos indígenas con experiencia más antigua en obtener miel silvestre fueron los hotentotes. Sabían buscarla ayudados por los pájaros-guía, y obtenerla. Los árboles llamados miombo son los mejores y más codiciados para hacer sus panales y por tanto muy buscados. Dos especies son las preferidas: Brachystegia (msasa) y la Julbernardia (mondo).
Para obtener la miel, tras ahuyentar o matar a las abejas, los hotentotes destruían sus nidos, pero en seguida otro enjambre ocupaba el lugar para formar un nuevo panal. Eso lo sabían muy bien los hotentotes, de manera que tenían controlados los sitios donde obtener miel. Y ésta era muy abundante.
1956: las abejas cruzan el charco para ser explotadas en Brasil
La abeja africana, Apis mellifera adansonii o Apis dorsata, fue introducida en Brasil en 1956 y ha acaparado la atención en los últimos años por varias razones muy diversas. De las especies de Apis mellifera, algunas procedían en origen del norte de África y otras de Egipto o del sur del Sáhara. Y por fin la cuarta y la quinta de Sudáfrica y Madagascar.
Todas ellas grandes productoras de miel. La habilidad para trabajar de la Apis mellifera adansonii se hizo famosa. No le importa la lluvia ni el viento. Comienza a trabajar muy de mañana y continúa hasta el anochecer teniendo a veces las más rezagadas dificultades para hallar su panal.
Pronto, los entomólogos brasileños pidieron al doctor Kerr, famoso entomólogo, que siguiera con sus ideas e investigaciones y las pusiera en práctica.
El doctor Warwick Estevan Kerr, director del Instituto de Estudios Amazónicos en Manaos, había estudiado largo tiempo las características de todas estas especies de abejas y consideró que de las subespecies de la abeja africana, dos de ellas tenían cualidades que podían utilizarse para hibridarlas con las especies americanas (de origen español). Su enorme capacidad para trabajar, para producir miel y cera, eran bien conocidas.
Los apicultores brasileños encargaron al Dr. Kerr que trajera 100 reinas de África, aprovechando una cuantiosa subvención que les concedió la Rockefeller Foundation. Kerr marchó a África y vio a estas abejas en Angola, y en otros cuatro países en su hábitat natural y llevó al Brasil tres reinas de Tanganika, de las que sólo llegó una viva y 170 de Suráfrica de las que llegaron con vida sólo 49. De éstas, 24 fueron consideradas en mal estado y desechadas.
Al fin se podía desarrollar el programa de mejora genética
El primer experimento se realizó en un bosque de eucaliptus a 50 km al N.O. de Piracicaba, Estado de Sao Paulo. Pronto se vio que las abejas africanas producían doble cantidad de miel que las americanas de origen europeo.
Desde su llegada a Brasil, la producción de miel y cera se había triplicado, lo que demuestra su enorme capacidad de trabajo. Se ha podido observar que tardan menos que cualquier otra abeja en recoger el alimento y por eso regresan a su colonia con más rapidez y más veces.
Cuando escasea el alimento, no se entretienen mucho y emigran rápidamente a otros lugares.
Hubo una extraordinaria multiplicación de las colonias africanas y los híbridos africanizados. Y si bien prefieren las zonas húmedas y calientes (bosques tropicales húmedos) se adaptan incluso a temperaturas más bajas.
A estas abejas africanas se les llama oro por su color amarillo. Las reinas varían desde el dorado oscuro al rojo oscuro, aunque en general el color de la abeja africanizada es muy variable. La mayoría tienen bandas amarillas en el abdomen. Las obreras son negras. Coexisten en la misma colonia unas negras y otras con bandas amarillas. Por lo que se ve no son racistas...

Las obreras son las más numerosas de la colonia. Hacen todo excepto poner huevos. Alimentan y cuidan a la reina, limpian las colmenas que ellas mismas fabrican, las pulen y ventilan, van en busca del alimento de las flores convirtiendo el néctar en miel y al mismo tiempo actúan como guardianes del panal.
Su longitud varía entre 3, 87 a 4 mm. Una colonia de abejas puede tener de 30.000 a 60.000 individuos que son como en todas estas especies: reinas, obreras y zánganos. El abdomen de la reina es muy largo, teniendo como única función la de poner huevos a una velocidad de 1.500 a 2.000 diarios. Los zánganos no trabajan, su única misión es fertilizar a las reinas, pero consumen grandes cantidades de alimentos.
Las vanas esperanzas de la hibridación de africanas con sudamericanas de origen español
Kerr tenía la esperanza de que tras la hibridación con las especies europeas del Brasil, quedaría anulada su agresividad, y que la producción intensa de miel aumentaría la producción nacional de miel y cera. No había sino ventajas.
Las abejas híbridas de origen africano pensaron los apicultores brasileños y el Dr. Kerr, que se beneficiarían de la diversidad genética que recibieran de abejas originarias de Europa, naturalizadas sudamericanas, y todo contribuiría a su adaptación.
“Y el resultado ha sido pésimo para los apicultores", comentó el autor del mejor estudio de apicultura Charles Whitfield, de la Universidad de Illinois (norte), en Urbana-Champaign.
En esto último no se equivocó el Dr Kerr, la producción de miel abundó como nunca antes, pero el científico no contó con las cualidades genéticas, entre las cuales las más negativas, dominantes contra la positivas sobresalía la citada agresividad. Desde el ángulo genético tal fenómeno con esas premisas no es raro. Y ésta era la más acusada característica de las abejas híbridas.
Kerr estaba asombrado. La nueva especie africanizada era el insecto más prolífico, más productivo y más vigoroso que jamás había visto, con mayor potencia que la bambara de la India de la misma especie.
Pero la tipología de la agresividad se exacerbó. No podía acercarse nadie a 100 metros de un panal de estas abejas pues salía el enjambre todo junto y caía sobre el animal o persona que se atreviese a molestarlas en su trabajo. En un año murieron 80 personas a causa de su picadura y no se sabe cuántos animales.
El error del Dr. Kerr de importar una abeja africana con la esperanza de que se hibridara con la abeja europea fue mayúsculo
Accidentalmente y por descuido de un apicultor que quitó las rejillas excluidoras de reinas, de las colmenas que contenían esta subespecie, la misma se escapó. No dando importancia los híbridos comenzaron a dispersarse por Brasil, America central, llegando a América del Norte.
A partir de ese momento se volvieron migratorias (quizás lo fueran de siempre) y se extendieron por todo el continente sudamericano de manera rápida y constante. Avanzaban entre 150 y 300 kilómetros por año, llegando a América central, México, y luego en Estados Unidos hoy se encuentran en 110 condados de Texas, 14 condados de Arizona, 7 condados de Nuevo México, 1 condado de Nevada, y 3 condados de California. Los científicos creen que continuarán dispersándose a través de los estados meridionales.
Las abejas africanizadas (comúnmente llamadas abejas africanas o asesinas) han resultado las abejas más peligrosas del planeta.
La particularidad de estos híbridos es su acentuado comportamiento defensivo, muy hereditario, como hemos dicho. La presencia de intrusos que llevan ropas de colores o artefactos brillantes, llamativos, contribuye a enfurecerlas.
También el olor puede ser un estímulo suficiente para provocar su agresividad, por ejemplo el que despiden algunos animales o el olor a petróleo o keroseno de los apicultores, así como el movimiento de las personas. Las palas de un rotor o molino de viento destruyeron miles de abejas africanizadas a las que atacaban como Don Quijote pensando que era agredido.
También destruyen a otras abejas de otras especies. Atacan en enjambre, muy velozmente y siguen a su víctima hasta a 900 metros de su colmena.

La bambara, como se le llamaba en la India, es capaz de matar a un hombre con relativa facilidad e incluso a un búfalo de agua -palabras de un apicultor indio. Los cingaleses (de Ceilán) afirman que la picadura de cinco bambaras equivalía a la mordedura de una serpiente cobra.
Este comportamiento ha provocado en América numerosas muertes de personas, incrementándose anualmente el número contabilizado de víctimas.
En México se registraron hasta 2003, 3.000 accidentes y más de 300 muertes por estas abejas. En Costa Rica se habló de 30 casos de muerte. En Colombia el saldo ha sido de más de 100 muertes y unos 400 heridos por picaduras. En Argentina se han reportado enjambres invadiendo casas de familia y picando a quienes encontraban a su paso. En Brasil se sabe que el número de víctimas es todavía mayor, pero no se quiso dar a la prensa.
Hay informes de muchos casos no mortales pero sí de fuertes reacciones alérgicas y se calcula en un promedio de 70 a 80 personas las que mueren al año por sus picaduras. Las africanizadas han dejado huellas letales de su agresividad en 15 países, incluyendo el sur de los Estados Unidos.
Señales crípticas de la abeja para convocar al enjambre
Para los ataques en grupo la abeja agresora emite una señal que hace venir a otros enjambres en su ayuda. Las víctimas suelen ser sobre gente muy joven o ancianos que no pudieron correr lo suficientemente rápido para escapar del enjambre y ponerse a salvo. Se ha comprobado que la picadura tiene también una extraña acción paralizante sobre las terminaciones nerviosas motoras.
El doctor Mykola Haydak, de la Universidad de Minnesota, fue picado 150 veces en sus brazos por abejas. No debían ser la especie africana porque ha podido sobrevivir.
Además la invasión de la A. Dorsata o adansonii tuvo efectos adversos en la población de muchas especies de abejas nativas. Las Melipominae disminuyeron de forma alarmante desde que llegó la africanizada, informándose que atacaba los nidos de éstas y otras especies.
Las sugerencias de Kerr para detener a las abejas invasoras
Kerr había abrigado esperanzas de encontrar enemigos dignos de combatirla cuando llegara a la cuenca del Amazonas. Confiaba en que alguna especie depredadora pusiese remedio a este desequilibrio y posible desastre ecológico y si no en las selvas del Amazonas, quizás en las del Darién, considerado como un filtro natural entre Sudamérica y Centroamérica. Tal cosa no ocurrió. Al parecer las africanizadas no encontraron enemigo ni en el Amazonas ni en las selvas del Darién.
En los próximos años hemos de ver todavía cosas curiosas que será capaz de hacer este pequeño animalito pero de capacidad reproductora enorme. Producirá mucha miel, pero a costa seguramente de muchas vidas y sustos. Los científicos siguen esperando que encuentre algún depredador que la controle en su temible capacidad reproductora.
Actualmente se está a la expectativa para ver si invade las zonas frías y encuentra así una barrera natural a su expansión. Se sabe cuando llega la Apis dorsata a una región porque la gente empieza en seguida a quejarse. En algunos lugares han llegado a correr por las calles los habitantes de algunas poblaciones perseguidos por estas abejas asesinas.
Las abejas africanas tienen en el Continente negro enemigos naturales de los que el mayor de todos es el hombre. Luego están otros insectos, como las avispas, la abeja amarilla pirata (Polarus latifrons Kohl y Philanthus diadema F.) que las capturan cuando están libando en las flores o cuando se acercan al panal, especialmente cuando disminuyen la velocidad de su vuelo. Cuando la avispa mata a la abeja africana, se la lleva como provisión o alimento para sus larvas en lo más profundo de sus nidos.
Hay varias especies de moscas africanas parásitas que atacan también a la abeja africana. Otro enemigo de la abeja africana es la hormiga safari (Anomma spp. o Dorylinae), muy común al Sur del río Zambeze. Pero el más destructor de todos los depredadores después del hombre es el tejón, que en una noche puede destruir quince o más panales. Hay en África también una polilla de la cera que también es enemigo natural de esas abejas.

Su agresividad las hace peligrosas para el hombre
Cuando el calor aumenta se hacen más agresivas, así como cuando hay más abundancia de néctar. Algunos autores informan que aumenta su irritabilidad cuando escasea el alimento. Lo cierto es que su agresividad varía según las distintas circunstancias y condiciones del medio ambiente.
Stort menciona 11 genes que controlan la agresividad. Las abejas además atacan sin previo aviso.
Los estímulos que las irritan y la aparición inmediata del aguijón
Y no es que sea grande la cantidad de veneno de su aguijón comparado con el de otras especies de abejas, sino que su mayor habilidad para comunicarse con las compañeras y su mayor agresividad las hace más peligrosas.
El aguijón de la abeja asesina o abeja kamikaze lleva substancias volátiles que incitan a otras abejas a la agresión. El aguijón, cuando no está en acción, permanece retraído en una cámara especial que tiene la abeja en el abdomen. Pero ante la inminencia del ataque, el aguijón es proyectado al exterior en posición de ataque. El olor del aguijón se debe a una feromona que estudiada por gas-cromatografía ha mostrado la presencia de acetato de iso-amilo, como uno de sus componentes más activos.
Si clava el aguijón en la cabeza o en una vena las consecuencias pueden ser rápidamente mortales. Este aguijón tiene unos dientes muy finos, orientados hacia arriba, que impiden que pueda ser retirado de la piel donde lo clavan. Por eso la abeja después de picar no sólo deja su aguijón en el cuerpo del enemigo sino el aparato glandular y parte de su abdomen, lo que le causa su muerte irremediable. Son por ello verdaderos kamikazes, suicidas que mueren matando.
Produce hiperglucemia y pérdida del glucógeno hepático. Se han hecho experimentos inyectando veneno de estas abejas en ratones, comprobándose los cambios en la concentración de azúcar en la sangre.
La Acción química del veneno puede producir la muerte, parálisis, alergias
Esto puede ser debido a una acción directa del veneno sobre el hígado o bien a la liberación de adrenalina que se produce al actuar indirectamente sobre las cápsulas suprarrenales. Se ha demostrado experimentalmente que inyectando veneno de estas abejas o veneno de cobra en la arteria celiaca del gato, se produce una liberación prolongada de adrenalina a partir de las cápsulas suprarrenales.
Las nuevas técnicas han permitido conocer mejor la composición química del veneno, cuya precipitación por el ácido pícrico elimina algunas de las fracciones. El veneno de las abejas y no hablemos del de las africanas contiene histamina y su acción sobre los tejidos produce gran cantidad de esta substancia. Contiene además algunos compuestos de ninhidrina de bajo peso molecular que aún no se conocen bien. No contiene fosfatasa ácida ni alcalina de ningún tipo.
La acción de los tóxicos de la picadura produce dolor local e inflamación, hemoliza los eritrocitos al hacer permeable la membrana a la hemoglobina y aumenta la permeabilidad de los capilares de la piel. Su acción vasodepresora periférica, produce hipotensión al principio, pero si llegan dosis consecutivas se invierte esta acción y se hace hipertensiva, llegando a producir parálisis respiratoria y muerte.
La acción paralizante sobre las terminaciones nerviosas motoras-ya mencionada- libera potasio en el tejido muscular e inhibe sus propiedades.
Las reacciones alérgicas son también frecuentes, sobre todo en personas sensibilizadas previamente por anteriores picaduras, pudiendo producirse el shock anafiláctico mortal. El suero de los apicultores suele contener anticuerpos contra la fosfolipasa A.
Las feronomas son las substancias segregadas por los insectos al exterior, capaces de producir una conducta específica o desarrollar respuestas en otro de la misma especie o incluso de distinta especie. Son hormonas, mensajeros químicos sociales que incluyen substancias que estimulan el atractivo sexual, o bien producen alarma, o sirven para señalar un rastro. Algunas tienen acciones antimicrobianas.
¿Qué pasará con las abejas? Finalmente, ¿cuál será la causa de la muerte masiva de muchas y la agresividad? No hay que sembrar el pánico, pero sería bueno saber a ciencia cierta qué está sucediendo para tomar todas las medidas de precaución necesarias en nuestro entorno. ( MANUEL FELIPE).

No hay comentarios:

Publicar un comentario